Son trastornos del desarrollo que poseen un origen neurobiológico y cuyos signos y síntomas más claros se evidencian durante los primeros años de vida de manera diferente en cada persona. Los criterios diagnósticos de TEA se encuentran en el Manual de Psiquiatría Americana (DSM-V) dentro de los trastornos del neurodesarrollo.
Las alteraciones se caracterizan, en niveles diferentes, por dificultades en la comunicación e interacción social, y en la existencia de patrones repetitivos y restringidos de actividades e intereses.
Si bien en la actualidad no existe una cura para los TEA, la intervención temprana puede hacer una gran diferencia en la calidad de vida de estos niños y sus familias.
Tanto padres como profesionales en el campo de la salud y educación pueden ser quienes detecten estos primeros indicadores y realicen consultas o derivaciones efectivas a un pediatra del desarrollo o neurólogo especializado.
Entre el año y medio y los 3 años de edad, sería recomendable consultar con un especialista si el niño presenta algunas de estas conductas:
Actualmente contamos con herramientas eficaces y validadas para detectar los primeros indicadores de TEA como el M-CHAT-R/F (Modified Checklist for Autism in Toddlers, Revised with Follow-Up; Robins, Fein y Barton, 2009).
Al detectar los signos de alerta se deberá hacer una consulta especializada a fin de realizar un diagnóstico específico e integral del niño. Dentro del proceso diagnóstico se realizarán evaluaciones específicas como el ADOS 2 y ADI R.
A nivel de desarrollo se evaluarán las habilidades cognitivas, de comunicación, socialización, cuidado personal, adaptativas y motoras.
La evaluación tendrá el objetivo de conocer al niño en su individualidad y poder diseñar un plan de tratamiento con los apoyos que necesite tanto él como su familia.